miércoles, 16 de noviembre de 2011

El chino



El chino cordobés es una forma de cubrir el suelo de sus patios y calles. El objetivo además del estético es el que se pueda regar el patio en las tardes calurosas refrescando el ambiente y sin que se queden charcos de agua. Eso sólo es posible mediante el sistema de arena y chino ya que la arena empapa y no acumula el calor como sucede con el cemento, aunque tiene como inconveniente en que se debe recolocar las piedras en su sitio cada vez que se salen ya que la arena solo las aprisiona frente al cemento que sujeta (de ahí que en los espacios públicos se haga con cemento) y que se suele llenar de verdina.

Extraído de la Cordobapedia.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Veterinaria

(...)

El profesorado venía solicitando autorización para formular un proyecto de nueva Escuela, que mejorara la ubicación del único centro docente de nivel superior con que contaba la ciudad de Córdoba, que siempre vio en él, como la historia se encargaría de confirmar, la avanzadilla de un instrumento de docencia universitaria.

Con estos antecedentes la Junta de la Escuela aprobó la Memoria Condiciones pedagógicas e higiénicas que debe reunir una Escuela de Veterinaria conforme a las necesidades modernas, en la que se razonaba la necesidad de construir un nuevo edificio. La memoria fue aprobada y elevada a la Subsecretaría de Instrucción Pública, con fecha 14 de julio de 1913. Fue elegido para realizar el proyecto definitivo -inspirado en la estructuración de la Escuela de Veterinaria de Hannover- el arquitecto D. Gonzalo Domínguez Espúñez, que recogía la tradición musulmana, con decoración en ladrillo, arco árabe, califal de herradura, con azulejos, decorado floral en piedra y otros elementos que lo identificaban como mudéjar modernizado de tradición cordobesa.

Por Real Decreto de 23 de octubre de 1914 se aprobó el proyecto y presupuesto por 1.976.740 pesetas. El Ayuntamiento de Córdoba adquirió la Huerta de la Trinidad, de 5 Hectáreas y cercana a la ciudad, por 50.000 pesetas, que cedió el Estado. Pero las obras empezaron a eternizarse desde el principio. En 1921 sólo estaba construida la planta del piso bajo y ya se había gastado la tercera parte del presupuesto.

Fue la visita del presidente del Consejo, el General Primo de Rivera, en la primavera de 1929, la que propulsó la marcha de las obras, aunque, por lujoso, Rivera ordenó reducir y recortar antes de reanudar las obras. Lucharon en vano por conservar el proyecto inicial y hubo que aceptar el proyecto reducido, es decir, un solo pabellón principal con tres pisos y adosándole el de clínicas. En julio de 1929 se aprobó el proyecto reformado por un importe de 4.004.987,12 pesetas y se adjudicaron las obras a D. Severiano Montoto con el compromiso de acabarlas en septiembre de 1933, aunque se paralizaron en abril de 1932, gastada ya la consignación de aquel año.

Al mismo tiempo se planteaban ligeras reformas. Para estudiar detalles relativos a la instalación se recomienda el desplazamiento de alguna comisión a las escuelas extranjeras para acoplar a la de Córdoba sus métodos y montajes, sugiriendo especialmente las de Hannover y Leipzig. En 1934 se aprobaron proyectos adicionales por importe de casi 400.000 pesetas.

Al estallar la Guerra Civil en julio de 1936 estaba prácticamente para entregarse oficialmente. Las fuerzas de choque el ejército encontraron allí un acomodo excelente, ocupándola y produciendo destrozos, incluso de mobiliario nuevo, que, con la espada de Damocles que significó, hubo que convivir con un polvorín de artillería pesada instalado en sus sótanos –hasta 1942 el Ejército conservó el ala poniente de la planta principal y segunda para dependencias y almacén de proyectiles de largo alcance-.

El documento base, de D. Calixto Tomás, establecía que ha de construirse al estilo alemán, o sea por pabellones aislados, ya que (...) es fácil que se constituyan en focos de infección (...). El emplazamiento (...) debe situarse en las afueras del casco urbano pero cerca de la población, en sitio alto y ventilado procurando que el viento no traiga ni lleve emanaciones que puedan resultar inadecuadas para la salud de los estudiantes o de las poblaciones cercanas. (...) deberá disponer de campo para realizar las prácticas de Agricultura y Zootécnia.

También describía los pabellones o departamentos que había que levantarse: Pabellón principal (...) Pabellón de Física, Química e Historia natural (...) Pabellón de Fisiología e Higiene (...) Clínica para animales grandes (...) Clínica para animales pequeños (...) Pabellón de Agricultura y Zootecnia (...) Pabellón de Anatomía (...) Además de estas instalaciones principales se ha de construir un depósito de aguas. Una Cabaña pecuaria para prácticas y experimentación con todas las especies domésticas, con preferencia las indígenas. En estas dependencias cursarán estudios los obreros del campo que aspiren a ser peritos en ganadería (...) también habrá un departamento de Baños donde administrar este tipo de tratamientos medicinales a todo tipo de animales. Fraguas y herraderos completarán estos equipamientos. Se especificaba, finalmente, que todas estas construcciones se harán dentro de la mayor modestia compatible con la higiene.

El fruto del proyecto primitivo y el reformado es un gran edificio de veinticinco metros de fachada y tres plantas, a las que, en su fachada posterior, se adosaron servicios clínicos médicos y quirúrgicos, amén de varias construcciones anejas para lazareto, cría de animales e industria lechera, con una instalación que sería posteriormente la Central Lechera de Córdoba. El espacio restante se emplearía para producir forrajeras y prácticas de alimentación en libertad.

Una impulsión poderosa para el nuevo edificio es el nombramiento del catedrático don Rafael Castejón y Martínez de Arizala en 1930, momento en el que la Escuela marchaba favorablemente hacia las mejores metas de su historia. La Escuela Superior de Veterinaria de Córdoba realiza sus primeros viajes al extranjero, se inaugura una nueva etapa de proyección del centro con impartición de cursos de ampliación –según Acta de Junta de 7.11.1932 se aprobó la impartición de cursos de Alimentación, Industrias del cuero, Inmunología, Avicultura, Cunicultura, Apicultura y Piscicultura, y Deontología-.-.

El 12 de junio de 1940 se devuelve el edificio nuevo, siendo inminente el traslado. En los dos años siguientes se realizaron obras de reparación de los daños de la guerra. El traslado tuvo lugar en noviembre de 1941, aunque se ejecutaron obras diversas de terminación hasta 1948.

El curso de reapertura acoge a más de un centenar de alumnos de primero, formado por estudiantes que cursaron bachiller en zona republicana –que tuvieron que repetirlo en la nacional-, los que habían continuado sus estudios en la nacional y otro grupo limitado de aquellos que esperaron que todo pasase.

Por la Ley de 29 de julio de 1943 las Escuelas Superiores de Veterinaria dejan de serlo para pasar a ser Facultades de Veterinaria. El primer Decano de la Facultad de Veterinaria de Córdoba fue el Prof. Don Germán Saldaña Sicilia –director de la Escuela de 1941 a 1943-.



Como (casi) siempre extraído de la Cordobapedia.


viernes, 7 de octubre de 2011

El cruce


Tan lejos y tan cerca, así era el cruce de la antigua N-IV con la N-331, no hace tanto, 25 años no es nada.

No suelo citar a los autores, principalmente porque no suelo recordarlos, pero en fotos selectas el ladrón se acuerda de su victima, que en este caso es Eladio Osuna.

Gracias por traernos una Córdoba no tan lejana.

martes, 27 de septiembre de 2011

El potro


El origen del nombre es incierto, ya que mientras que Ramírez de Arellano defendía que era debido a que este entorno era el lugar destinado a la venta del ganado caballar y mular, y por consiguiente muy concurrido, tanto por los cordobeses como por todos los forasteros que venían a ver esta ciudad, otros mantiene que el nombre lo toma del potro que corona la fuente.

Extraído de la Cordobapedia.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Recodos


A la izquierda de la íntima placita, un arco invita a sumergirse en la quebrada y penumbrosa calleja, que discurre aprisionada entre dos casas señoriales: por la derecha, la austera espalda blanca de la de las Pavas –cuya portada renacentista se abre en el último tramo de Tomás Conde–, y por la izquierda la fachada de la deshabitada casa de Villaceballos, con sus muros de sillar y ladrillo, en los que se abren, de trecho en trecho, salientes ventanas protegidas por rejas y celosías. Son cincuenta pasos de embrujo que conviene recorrer sin prisa, apreciando cada esquina, cada arco, cada mínimo ensanche, cada perspectiva.

Tras el primer arco saluda al viajero la copa de un naranjo, que en primavera perfuma de azahar esta angostura. Hasta hace unos años se asomaba a este tramo una tahona, que inundaba la calle con el cálido aroma del pan recién hecho. Giro a la derecha. De trecho en trecho, arquitos de ladrillo soportan el empuje de los muros y crean hermosas perspectivas. Al fondo del segundo tramo un pétreo escudo de Córdoba empotrado en la cal recuerda dónde estamos. El grato silencio reinante sólo se ve alterado por los pasos de los escasos transeúntes sobre las losas de granito. Turistas extraviados se cruzan con vecinos del entorno que utilizan el callejón como atajo para ir de la zona de Fleming a la Judería o viceversa, lo que acaba desvaneciendo el misterio que la calle encierra.

Giro a la izquierda. Pone punto final a este itinerario seductor la portada barroca de la casa de los Villaceballos, cuya fábrica de ladrillo recuerda el patio principal del antiguo hospital del Cardenal Salazar; sobre la puerta adintelada, hoy tapiada, campea un escudo, y sobre él, un balcón coronado por frontón partido. Aún aguarda una última sorpresa: si el viajero eleva la vista en dirección a la calle Tomás Conde, verá asomar por encima de los tejados el campanario de la Catedral, que es como una brújula a la salida del laberinto.

Cuando Teodomiro Ramírez de Arellano paseó por aquí, era una calleja sin salida que respondía al nombre de Villaceballos, por la familia que habitaba la casa palaciega, que solían visitar "cuantas personas curiosas tienen noticia de la colección de lápidas romanas y árabes y otras muchas cosas notables que contiene".

Extraído de la Cordobapedia y a su vez de Rincones de Córdoba con encanto.